Una crisis emocional es un estado de aguda angustia que puede surgir debido a eventos estresantes significativos o acumulación de estrés diario. Esta crisis puede manifestarse de manera abrupta y tener un impacto profundo en la vida de una persona, afectando su capacidad para funcionar normalmente. A menudo, las crisis emocionales se acompañan de sentimientos de desesperanza, ansiedad intensa, y una sensación abrumadora de estar fuera de control. Reconocer y comprender las características de una crisis emocional es el primer paso para abordarla de manera efectiva.

Durante una crisis emocional, una persona puede experimentar un abanico de emociones intensas, como tristeza profunda, ira, confusión, y miedo. Estos sentimientos pueden ser tan abrumadores que interfieren con la capacidad de la persona para pensar con claridad, tomar decisiones racionales y mantener relaciones saludables. Es común que quienes atraviesan una crisis emocional se sientan aislados y tengan dificultades para comunicar sus necesidades y sentimientos a los demás.

Las crisis emocionales pueden ser desencadenadas por eventos traumáticos como la pérdida de un ser querido, problemas laborales, ruptura de relaciones, o diagnósticos médicos graves. Además, factores acumulativos como el estrés constante, la falta de apoyo social, y problemas de salud mental subyacentes pueden contribuir al desarrollo de una crisis emocional. Es esencial reconocer que una crisis emocional no es una señal de debilidad, sino una reacción humana natural ante situaciones difíciles.

La duración e intensidad de una crisis emocional pueden variar de una persona a otra. Algunas personas pueden experimentar una crisis breve y manejable, mientras que otras pueden enfrentar un periodo prolongado de angustia que requiere intervención profesional. Lo importante es que una crisis emocional, aunque dolorosa, también puede ser una oportunidad para el crecimiento personal y el fortalecimiento de la resiliencia.

Cómo Salir y Superar una Crisis Emocional

Reconocer los Síntomas de una Crisis Emocional

El primer paso para superar una crisis emocional es reconocer sus síntomas. Estos pueden incluir cambios drásticos en el estado de ánimo, sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza, irritabilidad, ansiedad, dificultad para concentrarse, y alteraciones en el sueño o el apetito. También es común experimentar síntomas físicos como dolores de cabeza, fatiga, y problemas digestivos. Identificar estos signos es crucial para abordar la crisis de manera efectiva.

Además de los síntomas mencionados, algunas personas pueden experimentar pensamientos autodestructivos o una sensación de desconexión de la realidad. Estos síntomas más graves requieren atención inmediata y la búsqueda de apoyo profesional. Reconocer que uno está en crisis es un paso valiente y necesario hacia la recuperación. La autoobservación y la reflexión sobre los propios sentimientos y comportamientos pueden ayudar a identificar la raíz de la crisis y los factores que la perpetúan.

Es importante no minimizar ni ignorar estos síntomas. Hablar con alguien de confianza sobre lo que se está experimentando puede ser un primer paso hacia la recuperación. La validación y el apoyo de otros pueden proporcionar el impulso necesario para buscar ayuda adicional y comenzar el camino hacia la curación emocional.

Buscar Apoyo Profesional

Buscar ayuda profesional es fundamental para superar una crisis emocional. Un terapeuta o coach puede proporcionar un espacio seguro para explorar los sentimientos y desarrollar estrategias para manejarlos. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, es eficaz para cambiar patrones de pensamiento negativos y desarrollar habilidades de afrontamiento. También se pueden considerar otros enfoques terapéuticos, como la terapia de grupo o la terapia familiar.

No hay que subestimar el valor del apoyo profesional. Los amigos y la familia pueden ofrecer consuelo, pero un coach tiene las herramientas y la formación necesarias para ayudar a navegar las complejidades de una crisis emocional. 

Implementar Técnicas de Relajación

Las técnicas de relajación pueden ser extremadamente útiles para manejar el estrés y la ansiedad asociados con una crisis emocional. Prácticas como la meditación, la respiración profunda, y el yoga pueden ayudar a calmar la mente y el cuerpo. Estas técnicas fomentan la autoconciencia y la capacidad de permanecer en el momento presente, reduciendo así la intensidad de las emociones negativas.

La meditación de atención plena (mindfulness) es particularmente efectiva para reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional. Esta práctica implica centrarse en el momento presente y aceptar los pensamientos y sentimientos sin juzgarlos. La respiración profunda, por otro lado, ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la relajación y disminuyendo la ansiedad.

Además de la meditación y la respiración profunda, la actividad física regular, como caminar, nadar o practicar deportes, también puede tener un impacto positivo en la salud emocional. El ejercicio libera endorfinas, que son neurotransmisores que generan una sensación de bienestar y reducen el estrés. Incorporar estas prácticas en la rutina diaria puede mejorar significativamente la capacidad para manejar una crisis emocional.

Establecer una Red de Apoyo

Tener una red de apoyo sólida es crucial para superar una crisis emocional. Esta red puede incluir amigos, familiares, colegas, y profesionales de la salud mental. Contar con personas en quienes confiar y con quienes compartir experiencias y sentimientos puede aliviar el aislamiento y proporcionar un sentido de pertenencia y seguridad.

Participar en grupos de apoyo también puede ser beneficioso. Estos grupos proporcionan un entorno seguro donde las personas pueden compartir sus experiencias y aprender de las vivencias de otros. Sentirse comprendido y aceptado por personas que están pasando por situaciones similares puede ser muy reconfortante y motivador.

Adoptar Hábitos Saludables y de Autocuidado

Adoptar hábitos saludables y de autocuidado es fundamental para la recuperación de una crisis emocional. Esto incluye mantener una dieta equilibrada, dormir lo suficiente, y evitar el uso excesivo de sustancias como el alcohol y la cafeína. Estos hábitos ayudan a mantener el cuerpo y la mente en equilibrio, lo que es esencial para la salud emocional.

El autocuidado también implica dedicar tiempo a actividades que generen placer y bienestar, como hobbies, lectura, o pasar tiempo en la naturaleza. Estas actividades pueden proporcionar un escape temporal del estrés y ayudar a recargar las energías. Es importante recordar que el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad para el bienestar general.

Establecer una rutina diaria también puede proporcionar estructura y un sentido de normalidad durante tiempos de crisis. Esto incluye horarios regulares para comer, dormir, y realizar actividades recreativas. La consistencia en las rutinas puede reducir la incertidumbre y proporcionar una base estable sobre la cual construir la recuperación emocional.

Crisis Emocional en Adultos: Causas y Síntomas

Principales Causas de una Crisis Emocional en Adultos

Las crisis emocionales en adultos pueden ser causadas por una variedad de factores. Uno de los desencadenantes más comunes es el estrés prolongado, ya sea relacionado con el trabajo, las relaciones personales, o las responsabilidades familiares. La incapacidad para manejar el estrés de manera efectiva puede llevar a una acumulación de tensión emocional que, eventualmente, culmina en una crisis.

Eventos traumáticos como la muerte de un ser querido, divorcio, pérdida de empleo, o diagnósticos médicos graves también pueden precipitar una crisis emocional. Estos eventos desafían la capacidad de la persona para adaptarse y pueden causar una disrupción significativa en su vida cotidiana. La falta de apoyo social durante estos tiempos difíciles puede agravar la situación.

Problemas de salud mental preexistentes, como la depresión, la ansiedad, y el trastorno de estrés postraumático, también pueden aumentar la vulnerabilidad a una crisis emocional. Estas condiciones pueden afectar la capacidad de una persona para manejar el estrés y las emociones, lo que puede llevar a episodios de crisis más frecuentes y severos.

Factores Desencadenantes Comunes

Los factores desencadenantes de una crisis emocional pueden variar ampliamente entre individuos. Algunos desencadenantes comunes incluyen conflictos interpersonales, cambios significativos en la vida, y experiencias traumáticas. Incluso los eventos aparentemente menores pueden acumularse y contribuir a una crisis si no se manejan adecuadamente.

Las crisis emocionales también pueden ser desencadenadas por problemas de salud física. Enfermedades crónicas, dolor persistente, y condiciones médicas debilitantes pueden causar una carga emocional significativa y llevar a una crisis. Además, la falta de autocuidado, como la mala alimentación y la falta de ejercicio, puede exacerbar los problemas emocionales.

Factores sociales y económicos, como la pobreza, el desempleo, y la falta de acceso a servicios de salud mental, también pueden contribuir al desarrollo de una crisis emocional. La inseguridad financiera y la falta de recursos pueden aumentar el estrés y la ansiedad, lo que puede precipitar una crisis.

Síntomas Emocionales y Psicológicos

Los síntomas emocionales y psicológicos de una crisis emocional pueden ser variados y afectar diferentes aspectos de la vida de una persona. Estos síntomas pueden incluir sentimientos de tristeza profunda, desesperanza, ansiedad intensa, y una sensación de estar abrumado. Las personas en crisis emocional a menudo experimentan cambios drásticos en su estado de ánimo y pueden tener dificultades para manejar sus emociones.

 

Síntomas Físicos Asociados

Una crisis emocional no solo afecta la mente y las emociones, sino que también puede manifestarse a través de una variedad de síntomas físicos. Entre los más comunes se encuentran la fatiga extrema, dolores de cabeza persistentes, y problemas digestivos como el síndrome del intestino irritable. La tensión constante puede provocar dolores musculares, especialmente en el cuello y los hombros.

Además, las personas en crisis emocional pueden experimentar cambios en los patrones de sueño, como insomnio o, por el contrario, somnolencia excesiva. Las alteraciones en el apetito, que pueden llevar a la pérdida o ganancia de peso, son también frecuentes. Estos síntomas físicos pueden agravar la angustia emocional, creando un ciclo difícil de romper.

Las palpitaciones y la respiración acelerada son otros síntomas físicos asociados con el estrés emocional intenso. En casos severos, estos síntomas pueden parecerse a un ataque al corazón, lo que aumenta aún más la ansiedad. Es crucial reconocer estos síntomas físicos como señales de que el cuerpo está respondiendo al estrés y necesita atención.

La manifestación física del estrés emocional destaca la importancia de un enfoque holístico para la recuperación. Abordar tanto los síntomas emocionales como los físicos es fundamental para una recuperación completa y sostenida.

Diferencias en la Experiencia de Hombres y Mujeres

Las crisis emocionales pueden manifestarse de manera diferente en hombres y mujeres, debido a una combinación de factores biológicos, psicológicos, y sociales. Las mujeres son más propensas a expresar abiertamente sus emociones y buscar apoyo, lo que puede ayudar en su recuperación, aunque también las hace más vulnerables a experimentar síntomas de depresión y ansiedad.

Por otro lado, los hombres a menudo pueden internalizar sus emociones debido a las normas sociales que desalientan la expresión de vulnerabilidad. Esto puede llevar a una manifestación de la crisis emocional a través de comportamientos agresivos, abuso de sustancias, o aislamiento. La falta de expresión emocional en hombres puede retrasar la búsqueda de ayuda y agravar la crisis.

Las diferencias hormonales también juegan un papel en cómo se experimenta y maneja una crisis emocional. Las fluctuaciones hormonales en las mujeres, especialmente relacionadas con el ciclo menstrual, el embarazo, y la menopausia, pueden influir en la susceptibilidad y la respuesta a una crisis emocional.

Entender estas diferencias es crucial para proporcionar apoyo adecuado. Reconocer y respetar las distintas maneras en que hombres y mujeres experimentan y manejan las crisis emocionales puede mejorar la efectividad de las intervenciones y estrategias de apoyo.

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Impacto de una Crisis Emocional en la Vida Diaria

Una crisis emocional puede tener un impacto devastador en la vida diaria de una persona, afectando su capacidad para funcionar en diversas áreas. En el ámbito laboral, la crisis puede llevar a una disminución en la productividad, ausencias frecuentes, y dificultades para cumplir con las responsabilidades laborales. La falta de concentración y la toma de decisiones pobres son también comunes.

En las relaciones personales, la crisis emocional puede causar tensiones y conflictos. La irritabilidad, el retraimiento, y la incapacidad para comunicarse efectivamente pueden afectar negativamente las relaciones con amigos, familiares y compañeros de trabajo. La persona en crisis puede sentirse aislada, lo que puede exacerbar aún más sus sentimientos de desesperanza.

Las actividades cotidianas, como mantener la higiene personal, cocinar, o realizar tareas domésticas, pueden convertirse en desafíos abrumadores. La apatía y la falta de motivación pueden impedir que la persona realice actividades que antes disfrutaba, contribuyendo a un ciclo de inactividad y mayor aislamiento.

El impacto de una crisis emocional en la vida diaria subraya la importancia de intervenir y proporcionar apoyo tan pronto como sea posible. La recuperación no solo se enfoca en resolver la crisis inmediata, sino también en ayudar a la persona a restaurar su funcionamiento diario y mejorar su calidad de vida a largo plazo.

Etapas de una Crisis Emocional

Etapa de Negación

La etapa de negación es la primera fase de una crisis emocional y se caracteriza por la incapacidad o la renuencia a aceptar la realidad de la situación. Durante esta etapa, la persona puede minimizar la gravedad del problema, rechazar la ayuda, o actuar como si nada estuviera mal. La negación sirve como un mecanismo de defensa temporal que protege a la persona del impacto completo del evento traumático.

Esta etapa puede manifestarse de diferentes maneras, desde la simple ignorancia de los síntomas hasta la completa negación de que algo esté mal. La persona puede continuar con su vida cotidiana, aunque con una sensación subyacente de incomodidad o ansiedad. La negación puede retrasar la búsqueda de ayuda y prolongar el sufrimiento emocional.

Es importante abordar la negación con compasión y comprensión. Forzar a alguien a enfrentar la realidad antes de que esté listo puede causar más daño que beneficio. La paciencia y el apoyo gradual pueden ayudar a la persona a mover más allá de esta etapa hacia la aceptación de la situación.

Reconocer la negación como una parte natural del proceso de afrontamiento puede ser un paso crucial para avanzar. Eventualmente, la realidad comenzará a imponerse, y la persona podrá comenzar a procesar sus emociones de manera más saludable.

Etapa de Ira

La etapa de ira es una respuesta común a la crisis emocional y se manifiesta a medida que la persona comienza a enfrentar la realidad de su situación. La ira puede ser dirigida hacia uno mismo, hacia otros, o incluso hacia la situación en sí. Sentimientos de injusticia, frustración, y resentimiento son comunes durante esta etapa.

La ira puede ser una forma de expresar el dolor subyacente y el sentimiento de pérdida de control. Puede surgir en forma de irritabilidad, explosiones de temperamento, o resentimiento hacia aquellos que parecen no entender o no estar afectados por la situación. Esta etapa puede ser especialmente difícil para las relaciones personales, ya que la ira puede alienar a las personas cercanas.

Es crucial encontrar maneras constructivas de manejar la ira. Técnicas de manejo de la ira, como la respiración profunda, el ejercicio físico, y la expresión artística, pueden ayudar a canalizar estos sentimientos de manera saludable. La terapia también puede proporcionar un espacio seguro para explorar y entender la ira, permitiendo a la persona avanzar hacia una etapa de mayor comprensión y aceptación.

Etapa de Negociación

La etapa de negociación es una fase en la que la persona intenta recuperar algún sentido de control o buscar formas de mitigar la situación. Durante esta etapa, es común que la persona trate de hacer tratos o promesas, ya sea consigo misma, con un ser querido, o con una entidad superior, en un intento de cambiar la realidad dolorosa.

Esta fase puede incluir pensamientos como «Si hago esto, entonces aquello no sucederá» o «Si hubiera hecho algo diferente, esto no habría pasado». La negociación es una forma de lidiar con la desesperación y la falta de control, ofreciendo una ilusión de que las cosas podrían haber sido diferentes.

Aunque esta etapa puede parecer irracional, es una parte natural del proceso de duelo y crisis emocional. La negociación refleja la profunda necesidad de comprender y manejar el dolor. Aceptar que la negociación es un intento de buscar alivio puede ayudar a la persona a ser más compasiva consigo misma durante este tiempo.

Eventualmente, la realidad de que la negociación no puede cambiar lo que ha sucedido llevará a la persona a una mayor aceptación y a avanzar hacia las etapas finales del proceso de crisis emocional.

Etapa de Desesperanza

La etapa de desesperanza es una fase en la que la persona puede sentirse abrumada por la magnitud de la crisis emocional. Durante esta etapa, los sentimientos de tristeza profunda y desesperanza son prominentes. La persona puede sentir que la situación nunca mejorará y que no hay salida al dolor.

La desesperanza puede llevar a la retirada social, la falta de interés en actividades diarias, y una profunda sensación de inutilidad. Es común que las personas en esta etapa experimenten una pérdida de motivación y un sentimiento de vacío. Estos sentimientos pueden ser tan intensos que interfieren con la capacidad de la persona para funcionar en su vida cotidiana.

Es esencial proporcionar apoyo emocional y profesional durante esta etapa. La terapia puede ofrecer un espacio seguro para expresar estos sentimientos y comenzar a desarrollar estrategias de afrontamiento. Además, las intervenciones médicas, como los antidepresivos, pueden ser necesarios en casos severos para ayudar a manejar los síntomas y prevenir el agravamiento de la crisis.

Reconocer que la desesperanza es una etapa transitoria y no un estado permanente puede ser un mensaje alentador para la persona en crisis. Con el apoyo adecuado, es posible superar esta etapa y avanzar hacia una mayor resiliencia emocional.

Etapa de Depresión

La etapa de depresión se caracteriza por una profunda tristeza y una sensación de pérdida. Durante esta etapa, la persona puede sentirse abrumada por el peso de sus emociones y experimentar una disminución significativa en la energía y la motivación. La depresión puede afectar tanto la mente como el cuerpo, manifestándose en síntomas como la fatiga, los cambios en el apetito y el sueño, y la dificultad para concentrarse.

La depresión durante una crisis emocional no es simplemente un estado de ánimo bajo; es una condición seria que puede requerir intervención profesional. Los sentimientos de desesperanza y la falta de placer en actividades que antes eran disfrutables son señales claras de que se necesita ayuda. La terapia cognitivo-conductual (TCC)  puede ser efectiva para tratar la depresión y ayudar a la persona a recuperar un sentido de normalidad.

Es crucial que la persona en esta etapa no se sienta sola. El apoyo de amigos, familiares, y profesionales de la salud mental puede marcar una gran diferencia en el proceso de recuperación. La depresión puede hacer que la persona

Etapa de Aceptación

La etapa de aceptación es la fase final de una crisis emocional. En esta etapa, la persona comienza a aceptar la realidad de su situación y a encontrar maneras de adaptarse a los cambios. La aceptación no significa necesariamente estar de acuerdo con lo que ha sucedido, sino más bien reconocer la situación y buscar formas constructivas de seguir adelante.

Durante la aceptación, la persona puede experimentar una disminución en la intensidad de sus emociones negativas y empezar a ver la posibilidad de un futuro más positivo. Este es un momento de reconstrucción y renovación, donde la persona puede empezar a establecer nuevos objetivos y encontrar un nuevo sentido de propósito.

La aceptación permite a la persona encontrar paz con lo que ha sucedido y utilizar la experiencia como una oportunidad para el crecimiento personal. Es una etapa de resiliencia y empoderamiento, donde se aprenden lecciones valiosas y se desarrollan nuevas habilidades de afrontamiento.

Es importante continuar con el apoyo emocional y profesional durante esta etapa para asegurar que la persona tenga los recursos necesarios para continuar su proceso de recuperación y mantener su bienestar emocional a largo plazo.

¿Cuánto Dura una Crisis Emocional?

La duración de una crisis emocional puede variar considerablemente de una persona a otra, dependiendo de varios factores, incluidos la naturaleza del evento desencadenante, el apoyo disponible, y las estrategias de afrontamiento de la persona. Algunas crisis emocionales pueden durar días o semanas, mientras que otras pueden extenderse durante meses o incluso más.

En general, una crisis emocional puede ser vista como una serie de olas emocionales que suben y bajan con el tiempo. Es posible que se presenten períodos de intensas emociones negativas seguidos de momentos de relativa calma. La recuperación completa puede llevar tiempo y puede requerir esfuerzos continuos y múltiples intervenciones.

Es crucial tener paciencia durante el proceso de recuperación y no apresurarse a «superar» la crisis. Cada persona tiene su propio ritmo de curación, y lo más importante es proporcionar un entorno de apoyo y comprensión. Las terapias continuas, el autocuidado y una red de apoyo fuerte pueden acelerar la recuperación y reducir la duración de la crisis.

Reconocer que una crisis emocional es temporal y que la recuperación es posible puede proporcionar una perspectiva esperanzadora para quienes la atraviesan. Con el tiempo y el apoyo adecuado, la mayoría de las personas pueden superar una crisis emocional y encontrar un nuevo equilibrio en sus vidas.

Tipos de Crisis Emocional

Crisis de Ansiedad

Una crisis de ansiedad se caracteriza por episodios de miedo o pánico intenso que pueden surgir repentinamente. Estos episodios, conocidos como ataques de pánico, pueden incluir síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores, y dificultad para respirar. La persona puede sentir una sensación abrumadora de peligro inminente o perder el control.

Las crisis de ansiedad pueden ser desencadenadas por situaciones específicas o pueden surgir sin una causa aparente. La acumulación de estrés, la predisposición genética, y los eventos traumáticos son factores que pueden contribuir al desarrollo de crisis de ansiedad. La terapia cognitivo-conductual  puede ser efectiva en el manejo de estas crisis.

El manejo de una crisis de ansiedad también puede incluir técnicas de relajación, como la respiración profunda y la meditación, así como cambios en el estilo de vida, como la reducción de la cafeína y el ejercicio regular. Crear un plan de acción para las crisis de ansiedad puede ayudar a la persona a sentirse más en control y preparada para manejar futuros episodios.

Crisis de Depresión

Una crisis de depresión se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza y una pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras. Esta crisis puede incluir síntomas físicos como cambios en el apetito y el sueño, fatiga, y dificultades para concentrarse. La depresión puede hacer que la persona se sienta atrapada y sin esperanza de mejora.

La depresión puede ser desencadenada por eventos estresantes, desequilibrios químicos en el cerebro, o una combinación de ambos. La terapia y la medicación son tratamientos comunes y efectivos para la depresión. Además, el apoyo social y las actividades que fomenten el bienestar emocional, como el ejercicio y la participación en hobbies, pueden ser beneficiosas.

La superación de una crisis de depresión requiere tiempo y esfuerzo. Es importante que la persona busque ayuda profesional y se rodee de un sistema de apoyo fuerte. Con el tratamiento adecuado, es posible gestionar los síntomas de la depresión y recuperar un sentido de normalidad y bienestar.

Crisis de Pánico

Una crisis de pánico es un episodio repentino y agudo de miedo intenso que puede durar varios minutos. Los síntomas incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, y sensación de asfixia. Durante un ataque de pánico, la persona puede sentir que está perdiendo el control o teniendo un ataque al corazón, aunque no haya un peligro real presente.

Las crisis de pánico pueden ser desencadenadas por situaciones estresantes o pueden ocurrir de forma inesperada. El tratamiento incluye la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a la persona a identificar y cambiar los pensamientos negativos que contribuyen a los ataques de pánico. Los medicamentos también pueden ser utilizados para prevenir y manejar los episodios de pánico.

Además de la terapia, las técnicas de manejo del estrés y la relajación pueden ayudar a reducir la frecuencia y la intensidad de las crisis de pánico. Aprender a identificar los desencadenantes y desarrollar estrategias de afrontamiento puede empoderar a la persona y mejorar su calidad de vida.

Crisis por Duelo o Pérdida

La crisis por duelo o pérdida es una reacción emocional a la pérdida de un ser querido, una relación, o un sueño significativo. Esta crisis se caracteriza por sentimientos de tristeza profunda, negación, ira, y desesperanza. El duelo es un proceso natural, pero puede ser extremadamente doloroso y difícil de manejar.

El proceso de duelo incluye varias etapas, como la negación, la ira, la negociación, la depresión, y finalmente la aceptación. Cada persona pasa por estas etapas de manera única, y no todos experimentan todas las etapas ni en el mismo orden. El apoyo emocional de amigos, familiares y profesionales es crucial durante este tiempo.

El duelo puede durar meses o incluso años, y es importante permitir que la persona experimente y procese sus emociones sin presión para «superarlo» rápidamente. La terapia de duelo puede proporcionar un espacio seguro para expresar el dolor y aprender a vivir con la pérdida. Con el tiempo y el apoyo adecuado, la persona puede encontrar una manera de honrar la pérdida y seguir adelante con su vida.

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