Hay un tipo de herida silenciosa que muchos cargan sin saberlo: la del niño que, a pesar de haber sido ignorado, criticado o manipulado por sus padres, siguió amándolos con todo su corazón.
Ese niño que, en lugar de revelarse, se adaptó, se silenció, se hizo pequeño. Porque sentía que, si no lo hacía, perdería el poco amor que recibía.

Y aunque creció, ese niño nunca dejó de intentar ganarse el amor de sus padres. Pero en el proceso… empezó a olvidarse de sí mismo.

Si esto resuena contigo, no estás solo/a. Vamos a hablar de ello.

1. El niño que aprende a amar para sobrevivir

Amor condicionado, no amor incondicional

Un niño necesita sentirse amado tal y como es. No por portarse bien. No por callarse. No por hacer todo perfecto. Solo por existir.
Pero muchos crecimos con un amor que solo aparecía cuando nos adaptábamos. Amor que llegaba con condiciones: “si no haces enojar a papá”, “si no lloras”, “si eres buena niña”, “si no causas problemas”.

Aprendimos a actuar para merecer afecto. A esconder nuestras emociones. A reprimir nuestra rabia. Porque sabíamos, de forma inconsciente, que si mostrábamos lo que sentíamos, el amor podía desaparecer.

Y eso, para un niño, es aterrador. El amor se volvió una meta… y nosotros, un proyecto para agradar.

“Si ellos me gritan, es porque yo los hago enfadar”

Cuando somos pequeños, no podemos ver a nuestros padres como imperfectos. Los necesitamos para sobrevivir. Así que si nos gritan, si nos desprecian, si nos hacen sentir que somos una carga…
No pensamos que ellos están fallando. Pensamos que el problema somos nosotros.

La culpa se siembra muy temprano. Y desde ahí empieza la historia de alguien que, por amor, va a cargar con todo lo que no le corresponde.

El comienzo del autoabandono

Cada vez que reprimías un llanto, cada vez que escondías una emoción, cada vez que fingías estar bien para no causar más problemas…
Te ibas desconectando de ti.
Así aprendiste que tus necesidades no importaban, que tu dolor no tenía espacio, que tú tenías que dejar de existir un poco… para que ellos no se molestaran.

Eso no es madurez. Eso fue supervivencia.
Y eso, duele mucho más de lo que sueles permitirte reconocer.

2. Cuando dejar pasar el tiempo no significa sanar

El adulto que sigue buscando aprobación

El cuerpo crece, pero esas heridas no se van solas.
Ahora eres tú quien se exige, quien se calla, quien se disculpa por molestar.
Sigues viviendo como si el amor tuviera que ganarse, como si ser tú mismo fuera demasiado. El miedo al rechazo sigue ahí, aunque los escenarios hayan cambiado.

Ya no estás con tus padres. Pero aún vives buscando que alguien te diga que eres suficiente. Que lo estás haciendo bien. Que puedes descansar.

Relaciones que repiten el mismo patrón

Las heridas no sanadas se convierten en brújula. Y esa brújula nos lleva, una y otra vez, a personas que nos recuerdan lo que vivimos.
Parejas que no nos ven. Amistades que nos usan. Jefes que nos invalidan.

Y como el guion ya es conocido, te adaptas.
Te justificas. Te culpas. Dices: “soy muy sensible”, “quizás yo exagero”, “no quiero armar problemas”.
Y una vez más… te dejas en último lugar.

La culpa de alejarse o poner límites

La culpa es la barrera que más duele.
Porque cuando por fin te atreves a decir “esto me dolió”, cuando decides tomar distancia, cuando intentas sanar… la culpa te ataca.

Una voz te grita por dentro: “¡Son tus padres!”, “¡No fueron tan malos!”, “¡Deberías agradecerles!”.
Y esa culpa no te deja avanzar.
Es la culpa del niño que aún cree que si se porta bien, el amor va a llegar.
Pero eso solo prolonga el abandono de ti.

3. Las señales de que dejaste de amarte sin darte cuenta

Te cuesta poner límites, incluso contigo

Dices que sí, cuando quieres decir no. Aguantas comentarios hirientes. Te esfuerzas el triple para ser valorado. Y sientes que poner un límite es ser egoísta.

Esa incapacidad no es debilidad. Es miedo aprendido.
Miedo a ser rechazado. A perder el vínculo. A que el otro deje de quererte si te haces valer.

Te sientes responsable del bienestar emocional de todos

Te pasas la vida cuidando a los demás. Escuchas, contienes, sostienes. Pero cuando tú necesitas, te sientes una carga.

Aprendiste que ser amado era igual a ser útil. Que tu valor estaba en lo que dabas, no en lo que eras.
Por eso hoy te cuesta tanto simplemente… recibir.

Tu diálogo interno es el de tus padres

Tal vez ya no te gritan. Pero tú sí.
Tu voz interna te exige, te critica, te castiga.
Y sin darte cuenta, sigues repitiendo dentro de ti lo que te decían de fuera: “Siempre haces algo mal”, “No eres suficiente”, “Deja de quejarte”.

Ese diálogo no es tuyo. Lo heredaste.
Y es tiempo de empezar a cuestionarlo.

4. Empezar a amarte: el acto más valiente

Ver tu historia sin justificarla

No necesitas convertir a tus padres en monstruos. Pero tampoco necesitas seguir excusándolos para no ver tu dolor.
Sanar empieza cuando te atreves a mirar atrás y decir:
“Esto me dolió. Esto no estuvo bien. Esto me marcó.”

Dejar de justificar lo que viviste no es traicionar a nadie. Es empezar a serte leal a ti.

Reeducar a tu sistema nervioso

Sí, tu cuerpo reacciona con culpa. Con miedo. Con ansiedad. Pero no porque estés mal, sino porque fue entrenado así.

Cada vez que pongas un límite, que digas lo que sientes, que elijas tu paz… tu cuerpo va a gritarte que estás haciendo algo terrible.
Pero no lo estás.
Estás reescribiendo una historia.
Y eso… eso es heroico.

Volver a abrazar a ese niño

Ese niño no necesitaba ser perfecto. Ni fuerte. Ni silencioso. Solo necesitaba sentirse amado, tal y como era.
Y aunque no lo recibió entonces… puedes empezar a dárselo tú ahora.

Háblale. Abrázalo. Escúchalo.
Hazle saber que ya no tiene que seguir mendigando amor.
Porque tú, adulto/a, estás aquí para protegerlo.

Conclusión y pequeña solución

Si de niño tuviste que dejar de ser tú para que te quisieran, no es raro que hoy te cueste tanto quererte.
No es raro que vivas en alerta. Que te culpes. Que te sientas responsable de todo.

Pero eso no te define.
Eso fue supervivencia. No identidad.

Y ahora que eres adulto, puedes elegir otra cosa.
Puedes empezar por un paso: dejar de justificar lo que te dolió. Validarlo. Llorarlo. Nombrarlo.

Y desde ahí… empezar a volver a ti.
A darte, poquito a poco, el amor que siempre mereciste.
Ese que no pide que cambies, que calles o que desaparezcas.
Ese amor que no te exige nada… más que ser tú.

GUIA SECUELAS MADRE NARCISISTA

Descárgate la guía con las SECUELAS QUE NOS QUEDAN AL CRECER CON UNA MADRE/PADRE NARCISISTA  o emocionalmente inmaduros.

Descarga tu guía

Mi objetivo con esta guía, es ayudarte a reconocer las secuelas que el abuso narcisista deja, para que puedas dar el primer paso hacia la recuperación. Porque entender lo que llevamos dentro es la clave para comenzar a sanarlo.

Déjame tus datos y te envío tu ebook. Tranquilo no cedo tus datos ni los uso para hacer spam.

Puedes ver la Política de Privacidad.

SOBREVIVIR MADRE NARCISISTA
Otros artículos que te pueden interesar

Madres que no Saben Querer: heridas y cómo sanarlas
Madres que no Saben Querer: heridas y cómo sanarlas

“Madres que no saben querer.”Esta frase, tan simple y tan dura, es una de las búsquedas más frecuentes en Google. Y no es casualidad. Miles de personas escriben esas palabras con el corazón hecho trizas, buscando entender lo que han vivido —o lo que siguen viviendo—...

leer más
Mi Madre No me trata Bien
Mi Madre No me trata Bien

Cuando una madre no te quiere Crecer con el sentimiento de que tu madre no te quiere es desgarrador, no hay nada que pueda calmar ese dolor, lo llevas siempre contigo y tratas de adormecerlo, de no escucharlo buscando amor desesperadamente fuera, tratando de destacar...

leer más
Test sobre Narcisismo

¿Cómo Saber si Soy Madre Sobreprotectora? ¡Haz el Test!
¿Cómo Saber si Soy Madre Sobreprotectora? ¡Haz el Test!

Ser madre implica cuidar, amar y proteger a tus hijos. Sin embargo, cuando el deseo de proteger se vuelve excesivo, puede frenar el desarrollo y la independencia de tus hijos. La sobreprotección, aunque nace del amor y el temor, puede tener efectos negativos en su...

leer más
Descubre si Tu Padre es un Padre Ausente con Este Test
Descubre si Tu Padre es un Padre Ausente con Este Test

Un padre ausente no solo es aquel que está físicamente distante, sino también quien, aún presente, no se involucra emocionalmente en la vida de sus hijos. Esta ausencia puede manifestarse en la falta de apoyo, comunicación, participación en momentos importantes o...

leer más
Test para saber si Sufres Abuso Narcisista
Test para saber si Sufres Abuso Narcisista

¿Cómo saber si has Sufrido o Sufres Abuso Narcisista? Convivir con una persona narcisista, puede ser agotador. A menudo padecer abuso por parte de una persona narcisista conduce al Síndrome de la Víctima Narcisista, que se da tras una exposición prolongada al...

leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies