¿Qué es la Parentificación?

La parentificación ocurre cuando un niño asume el rol de cuidador o responsable dentro de la familia, asumiendo tareas o funciones que normalmente corresponden a un adulto. En lugar de ser guiados y apoyados por sus padres, estos niños terminan cuidando de sus progenitores o hermanos, tanto emocional como instrumentalmente. Este fenómeno puede surgir por diversas razones, como la incapacidad emocional o física de los padres para cumplir con sus responsabilidades. Aunque pueda parecer una muestra de madurez temprana, la parentificación puede generar profundas heridas emocionales en el niño que repercuten en su vida adulta.

En esencia, la parentificación implica una inversión de roles en la dinámica familiar, donde el niño deja de ser el receptor del cuidado para convertirse en el cuidador. Esto crea una presión injusta y poco natural para alguien que aún no ha desarrollado completamente sus propias habilidades emocionales o de afrontamiento. En lugar de crecer en un ambiente de apoyo y seguridad, los niños parentificados a menudo sienten una enorme carga y responsabilidad, lo que puede generar sentimientos de soledad y sobrecarga.

Este fenómeno no siempre es evidente, ya que muchas veces los niños que asumen estos roles lo hacen en silencio, sin quejas, con el deseo de ayudar o proteger a sus seres queridos. Sin embargo, estas dinámicas suelen pasar factura a largo plazo, afectando su autoestima, su autoconcepto y su capacidad para establecer límites saludables. Es importante entender que el niño no debería nunca sentirse responsable del bienestar emocional o físico de sus padres.

La parentificación no solo afecta el desarrollo emocional del niño, sino que también puede influir en la forma en que este percibe las relaciones en general. Al asumir responsabilidades adultas desde una edad temprana, estos niños pueden tener dificultades para confiar en otros o para dejar que otros los cuiden, perpetuando así patrones de relaciones codependientes o desequilibradas en su vida adulta.

Tipos de Parentificación

Parentificación Emocional

La parentificación emocional ocurre cuando un niño se convierte en el sostén emocional de sus padres o hermanos. En lugar de ser el receptor del apoyo emocional que necesita para desarrollarse, el niño asume la responsabilidad de gestionar las emociones de los demás. Esto puede manifestarse de muchas maneras, como cuando el niño consuela a un padre que está triste, ansioso o enojado, o se convierte en el «mediador» en los conflictos familiares. Este tipo de parentificación es especialmente perjudicial, ya que el niño aún no tiene la madurez emocional para manejar el peso de las emociones adultas.

Los niños parentificados emocionalmente suelen desarrollar una fuerte capacidad de empatía y sensibilidad hacia los estados emocionales de los demás, pero a menudo a expensas de sus propias necesidades emocionales. En muchos casos, sienten que deben «cuidar» de sus padres para ganarse su amor y aprobación, lo que puede generar un ciclo de codependencia en sus relaciones futuras. Esto también puede generar una profunda sensación de culpa cuando sienten que no pueden cumplir con las expectativas emocionales de sus padres.

A largo plazo, este tipo de parentificación puede llevar a que el niño desarrolle problemas de identidad, ya que nunca se le permitió ser simplemente un niño. Estos niños pueden tener dificultades para identificar y expresar sus propias emociones, ya que se han acostumbrado a priorizar las emociones de los demás sobre las suyas. La falta de un espacio seguro para expresar sus propios sentimientos puede generar problemas de autoestima y relaciones disfuncionales en la vida adulta.

Es importante que los padres reconozcan este tipo de dinámica y busquen ayuda, ya que los niños necesitan apoyo emocional, no responsabilidades adultas. Los padres que sufren problemas emocionales deben buscar soluciones adecuadas, como la terapia, para evitar que sus hijos asuman roles que no les corresponden.

Parentificación Instrumental

La parentificación instrumental se refiere a cuando el niño asume responsabilidades prácticas o físicas que normalmente corresponden a un adulto. Estas pueden incluir tareas como cuidar a los hermanos menores, realizar las compras, cocinar, limpiar la casa o incluso gestionar aspectos financieros del hogar. En algunos casos, el niño puede llegar a convertirse en la persona encargada de supervisar las necesidades del hogar cuando los padres están ausentes o incapaces de cumplir con sus funciones.

Este tipo de parentificación puede surgir en situaciones donde los padres están física o emocionalmente indispuestos, ya sea por enfermedad, adicciones, trabajo excesivo o conflictos familiares. Aunque pueda parecer que el niño está desarrollando habilidades prácticas y responsabilidad, el costo emocional de asumir estos roles puede ser significativo. El niño pierde parte de su infancia y se ve forzado a crecer demasiado rápido, lo que puede generar resentimiento y agotamiento emocional.

En muchas ocasiones, los niños parentificados instrumentalmente sienten que no tienen la opción de decir «no» a estas responsabilidades, ya que ven a sus padres como incapaces de manejar la situación sin su ayuda. Este sentimiento de obligación puede persistir en su vida adulta, llevándolos a convertirse en personas que asumen demasiadas responsabilidades y tienen dificultades para pedir ayuda o establecer límites.

A largo plazo, la parentificación instrumental puede afectar la capacidad del niño para disfrutar de una vida adulta plena y equilibrada. Pueden sentir que siempre deben estar en control de todo, lo que puede generar altos niveles de estrés y ansiedad. Además, es probable que se sientan incómodos con la idea de depender de otros, perpetuando un ciclo de autoexigencia.

¿Cómo Identificar la Parentificación en la Familia?

Signos Comunes de Parentificación Emocional en los Niños

Un signo clave de parentificación emocional es cuando un niño actúa como el «consejero» o «apoyo emocional» de uno o ambos padres. Los niños que asumen este rol tienden a preocuparse constantemente por los estados emocionales de los adultos en su vida, ajustando su comportamiento para evitar conflictos o para consolar a sus padres cuando están molestos. Estos niños también pueden mostrar altos niveles de madurez emocional para su edad, pero a menudo carecen de un espacio para expresar sus propias necesidades emocionales.

Otro indicio es cuando el niño se involucra activamente en la resolución de conflictos familiares o asume un papel mediador entre los padres o hermanos. Puede sentirse responsable de mantener la paz en el hogar, lo que puede llevar a que desarrolle altos niveles de ansiedad. Además, es común que estos niños repriman sus propias emociones para no «cargar» a los padres con sus problemas.

Los niños emocionalmente parentificados también pueden mostrar una inclinación excesiva a complacer a los demás, especialmente a sus padres. Pueden sacrificar sus propios deseos y necesidades en un intento de ganar la aprobación o el amor de sus cuidadores. A menudo, estos niños desarrollan un sentido de valor propio basado en su capacidad para cuidar y consolar a los demás.

Finalmente, es probable que el niño tenga dificultades para disfrutar de actividades típicas de su edad, como jugar o socializar, ya que su enfoque principal está en cuidar emocionalmente de sus padres o hermanos. Esta pérdida de la infancia es una de las señales más claras de que el niño está experimentando parentificación emocional.

Indicadores de Parentificación Instrumental en el Hogar

Los niños que experimentan parentificación instrumental asumen tareas y responsabilidades más allá de lo esperado para su edad. Esto puede incluir cocinar para la familia, cuidar de hermanos menores de manera constante, limpiar la casa o incluso manejar aspectos financieros, como pagar facturas. Estos niños a menudo se sienten sobrecargados con responsabilidades que deberían recaer en los adultos.

Un indicador común es que el niño parece tener menos tiempo para jugar o participar en actividades recreativas, ya que está ocupado con tareas del hogar. Además, estos niños pueden mostrar altos niveles de agotamiento o estrés, a pesar de ser muy jóvenes. Pueden expresar sentimientos de frustración o resentimiento hacia los padres, aunque a menudo reprimen estos sentimientos para evitar problemas en el hogar.

Es posible que el niño parentificado instrumentalmente desarrolle una actitud de autosuficiencia extrema, creyendo que debe ser responsable de todo y que no puede depender de otros. Esto puede llevar a patrones de comportamiento en los que, incluso cuando hay adultos capaces, el niño sigue asumiendo las tareas del hogar porque siente que debe hacerlo.

Finalmente, un niño parentificado instrumentalmente puede tener dificultades para relacionarse con otros niños de su edad, ya que siente que su vida es muy diferente a la de ellos. Esto puede generar aislamiento social y dificultades para formar amistades saludables.

Secuelas de la Parentificación

La parentificación tiene profundos efectos devastadores en los niños, que a menudo se manifiestan en forma de baja autoestima, ansiedad y depresión. Los niños parentificados pueden sentir que su valor está ligado a su capacidad para cuidar a otros, lo que puede llevarlos a desarrollar una identidad basada en la codependencia. Estos niños pueden crecer creyendo que no merecen apoyo o amor a menos que estén constantemente «haciendo algo» por los demás.

Otro efecto común es la dificultad para manejar sus propias emociones. Al haber pasado gran parte de su infancia gestionando las emociones de otros, los niños parentificados a menudo tienen problemas para identificar y expresar sus propios sentimientos. Esto puede llevar a una desconexión emocional y a la incapacidad de formar relaciones saludables en la vida adulta.

Además, estos niños suelen experimentar altos niveles de estrés crónico, ya que siempre están en alerta para atender las necesidades de sus padres o hermanos. Este estrés puede traducirse en problemas de salud mental y física a lo largo del tiempo, incluyendo insomnio, problemas digestivos y trastornos de ansiedad.

Finalmente, la parentificación puede crear una profunda sensación de soledad en el niño. A pesar de estar rodeados de familiares, los niños parentificados a menudo sienten que no tienen a nadie que cuide de ellos, lo que puede generar un vacío emocional que los acompañará en la vida adulta.

Diferencias entre Responsabilidad Infantil Saludable y Parentificación

Es importante distinguir entre las responsabilidades apropiadas para un niño y la parentificación. Asignar pequeñas tareas del hogar a los niños, como ordenar sus juguetes o ayudar con tareas ligeras, es una parte saludable del desarrollo. Estas responsabilidades les enseñan habilidades valiosas, como la organización, el trabajo en equipo y la disciplina. Sin embargo, estas tareas no deben interferir con su tiempo de juego, educación o bienestar emocional.

La parentificación, por otro lado, implica una carga mucho mayor y un desequilibrio en las responsabilidades familiares. En lugar de aprender a ser responsables de manera saludable, los niños parentificados asumen roles que son inapropiados para su edad y nivel de desarrollo. Esto incluye ser el principal cuidador emocional o físico de los padres o hermanos.

Mientras que en un hogar saludable, los niños saben que pueden depender de sus padres para apoyo emocional y seguridad, en situaciones de parentificación, los roles se invierten y el niño se convierte en el proveedor de ese apoyo. Esta inversión de roles puede afectar su desarrollo emocional y social a largo plazo, creando dificultades en la forma en que ven y experimentan las relaciones.

La clave está en reconocer cuándo las responsabilidades asignadas a un niño son excesivas o inapropiadas. Los padres deben asegurarse de que sus hijos crezcan en un entorno que les permita ser niños, libres de la presión de cuidar a los adultos o de asumir cargas que no les corresponden.

parentificacion emocional

Consecuencias de la Parentificación en el Desarrollo Infantil

Impacto en la Autoestima y el Autoconcepto del Niño

La parentificación tiene un impacto significativo en la autoestima de los niños, ya que muchos de ellos basan su sentido de valía personal en su capacidad para cuidar y apoyar a otros, especialmente a sus padres. Esta dinámica puede llevar a que el niño desarrolle una identidad centrada en la idea de que solo es valioso si está ayudando o cumpliendo con las expectativas de los demás. A largo plazo, esto puede generar problemas de autoconfianza y dificultad para reconocer su propio valor intrínseco.

Además, estos niños suelen internalizar un fuerte sentido de responsabilidad, creyendo que deben ser «perfectos» o evitar cometer errores para no decepcionar a sus padres o causar conflictos. Esta presión puede generar una sensación de insuficiencia crónica, ya que siempre sentirán que no están haciendo lo suficiente, sin importar cuánto se esfuercen. Con el tiempo, este patrón puede socavar su autoconcepto y hacer que se sientan inadecuados o no dignos de amor y cuidado.

Al no haber experimentado una infancia donde ellos fueran el centro de atención emocional, los niños parentificados también pueden desarrollar un sentido distorsionado de sus propias necesidades y deseos. Pueden sentirse culpables o egoístas cuando intentan priorizarse a sí mismos, ya que han sido condicionados a anteponer a los demás. Esto puede dificultarles establecer límites saludables en sus relaciones personales y profesionales.

Finalmente, la falta de una base sólida en la autoestima y el autoconcepto puede llevar a que estos niños, una vez adultos, busquen constantemente la validación externa en lugar de confiar en su propio valor. La parentificación les ha enseñado que solo son valiosos cuando cumplen con las expectativas de los demás, lo que perpetúa ciclos de relaciones codependientes y desequilibradas.

Dificultades en las Relaciones Sociales y Familiares

Los niños parentificados suelen tener dificultades para establecer y mantener relaciones saludables tanto en su vida familiar como en sus interacciones sociales. Al haber asumido un rol de cuidador desde temprana edad, a menudo desarrollan una tendencia a actuar de la misma manera en sus relaciones adultas, ya sea con amigos, parejas o compañeros de trabajo. Esta inclinación a ser el «cuidador» o el «solucionador de problemas» puede llevarlos a relaciones desequilibradas, donde asumen demasiada responsabilidad emocional por los demás.

Además, estos niños pueden experimentar dificultades para confiar en los demás o para dejar que otros los cuiden. Esto se debe a que, durante su infancia, aprendieron que no podían depender de sus padres para recibir apoyo o cuidado. Esta desconfianza puede dificultar la formación de relaciones íntimas y significativas en la adultez, ya que pueden sentir que siempre deben estar en control o que no pueden mostrar vulnerabilidad.

En el ámbito familiar, los adultos que fueron parentificados a menudo mantienen relaciones tensas con sus padres o hermanos, especialmente si continúan asumiendo el rol de cuidador en la dinámica familiar. Esta falta de equidad en las relaciones puede generar resentimiento, ya que sienten que siempre deben ser responsables de las necesidades de los demás sin recibir el mismo nivel de apoyo a cambio.

Finalmente, las dificultades en las relaciones sociales y familiares pueden llevar al aislamiento emocional, ya que los adultos que fueron niños parentificados a menudo se sienten incomprendidos o desconectados de los demás. La incapacidad para establecer límites saludables o pedir ayuda puede hacer que se sientan solos, incluso en medio de una red de relaciones.

Ansiedad, Estrés y Otros Problemas Emocionales

La parentificación a menudo está relacionada con altos niveles de ansiedad y estrés en los niños, que pueden persistir en la vida adulta. Al asumir responsabilidades adultas desde una edad temprana, estos niños a menudo sienten que deben estar en alerta constante para asegurarse de que todo esté bajo control. Esta hipervigilancia puede generar un estado crónico de estrés, que a su vez puede afectar su salud mental y física a lo largo del tiempo.

Uno de los problemas más comunes es la ansiedad, ya que los niños parentificados sienten que deben anticipar y resolver los problemas de los demás, a menudo sacrificando su propio bienestar en el proceso. Esta ansiedad puede manifestarse en síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos y dificultad para dormir, y puede llevar a trastornos de ansiedad en la edad adulta.

El estrés también puede afectar su capacidad para relajarse o disfrutar de las actividades cotidianas, ya que siempre sienten la necesidad de «hacer algo» o de ser productivos. En muchos casos, los adultos que fueron niños parentificados tienen dificultades para permitirse descansar o disfrutar de tiempo libre, ya que han sido condicionados a creer que su valor depende de su capacidad para cuidar de los demás o de cumplir con sus responsabilidades.

Además de la ansiedad y el estrés, la parentificación también puede estar relacionada con otros problemas de salud mental, como la depresión. La sensación de estar sobrecargados y de no tener un espacio seguro para expresar sus propias emociones puede generar sentimientos de desesperanza y tristeza, lo que puede contribuir al desarrollo de trastornos depresivos a lo largo del tiempo.

Patrones de Comportamiento Repetitivos en la Vida Adulta

Los niños que han sido parentificados a menudo replican patrones de comportamiento en su vida adulta que reflejan su experiencia infantil. Uno de los más comunes es la tendencia a asumir responsabilidades excesivas, ya sea en el trabajo, en sus relaciones personales o en su propio hogar. Estos adultos sienten que siempre deben estar a cargo o controlando todo, lo que puede llevarlos al agotamiento emocional y físico.

Otro patrón común es la dificultad para pedir ayuda o para establecer límites claros. Al haber aprendido desde una edad temprana que debían ser autosuficientes y cuidar de los demás, estos adultos a menudo sienten que pedir ayuda es una señal de debilidad o fracaso. Esto puede hacer que se sientan abrumados por las demandas de la vida adulta, ya que no saben cómo delegar o compartir responsabilidades con los demás.

En sus relaciones personales, los adultos que fueron niños parentificados pueden repetir dinámicas codependientes, donde asumen el rol de cuidador o solucionador de problemas. Esto puede llevarlos a relaciones desequilibradas, donde sienten que deben ser responsables del bienestar emocional de su pareja o amigos, perpetuando el ciclo de la parentificación.

Finalmente, muchos de estos adultos pueden tener dificultades para disfrutar de la vida o permitirse ser vulnerables. Al haber asumido responsabilidades tan grandes en su infancia, pueden sentir que siempre deben ser fuertes o estar en control, lo que les impide experimentar plenamente sus emociones o disfrutar de momentos de descanso y conexión con los demás.

Causas Comunes de la Parentificación en el Hogar

Impacto de la Salud Emocional de los Padres

La salud emocional de los padres juega un papel crucial en la aparición de la parentificación. Cuando un progenitor sufre de problemas emocionales o trastornos mentales, como depresión, ansiedad o trastornos de personalidad, puede volverse dependiente de sus hijos para obtener apoyo emocional. Esto crea una dinámica en la que el niño asume un rol de cuidador, tratando de llenar el vacío emocional de su progenitor.

Los padres con trastornos narcisistas o codependientes también son propensos a inducir la parentificación en sus hijos. En estos casos, los padres pueden utilizar a los niños como una fuente de validación emocional, exigiendo que estén disponibles para atender sus necesidades. Los niños de padres narcisistas, en particular, pueden sentir que deben estar a la altura de expectativas poco realistas para ganarse el amor o la aprobación de sus padres, lo que genera una carga emocional significativa.

En situaciones donde los padres no han resuelto sus propios traumas de la infancia, es más probable que estos patrones de parentificación se transmitan a sus hijos. Los padres que fueron niños parentificados tienden a repetir inconscientemente estas dinámicas con sus propios hijos, perpetuando un ciclo de relaciones desiguales y dañinas.

Los padres que no tienen a quién acudir para obtener ayuda emocional pueden recurrir a sus hijos en busca de consuelo, generando una relación de dependencia emocional que sobrecarga al niño.

Efectos del Divorcio, Separación o Conflictos Familiares

El divorcio, la separación y los conflictos familiares son algunas de las causas más comunes de parentificación. En situaciones de divorcio, los niños a menudo se ven atrapados en medio de los conflictos de los padres, lo que puede llevar a que asuman el rol de mediadores emocionales. Pueden sentirse responsables de mantener la paz entre sus padres o de consolar a un progenitor que está pasando por una crisis emocional.

Cuando un progenitor siente que ha «perdido» el apoyo de su pareja, puede recurrir a sus hijos en busca de consuelo o validación. Esto es especialmente común en casos donde el divorcio o la separación ha sido particularmente conflictiva. El progenitor puede desahogarse emocionalmente con el niño, compartiendo detalles inapropiados sobre el conflicto con la esperanza de ganar el apoyo del niño, lo que coloca una carga emocional indebida sobre el menor.

Los niños que experimentan conflictos familiares constantes, incluso si los padres no se han separado, también pueden sentirse obligados a asumir el rol de «pacificadores» en el hogar. Estos niños pueden sentirse responsables de evitar discusiones o de consolar a sus padres después de un conflicto, lo que genera altos niveles de ansiedad y estrés.

Finalmente, los conflictos familiares pueden generar una sensación de inseguridad emocional en el niño, lo que lo lleva a asumir roles de responsabilidad que no le corresponden en un intento de restablecer la estabilidad en el hogar. Este deseo de «arreglar» las cosas para sus padres o hermanos es un síntoma claro de parentificación, y puede tener efectos duraderos en su desarrollo emocional.

Rol de las Adicciones y Problemas Financieros en la Parentificación

Las adicciones, ya sean a sustancias como el alcohol o las drogas, o a comportamientos como el juego o las compras compulsivas, son una de las causas más comunes de parentificación en el hogar. Cuando uno o ambos padres lidian con una adicción, suelen ser incapaces de cumplir con sus responsabilidades básicas, lo que obliga a los niños a asumir roles de adultos. Estos niños pueden ser responsables de tareas que van desde cuidar a sus hermanos menores hasta asegurarse de que el hogar funcione de manera adecuada, lo que los saca de su rol natural como hijos.

Las adicciones también pueden generar caos emocional en el hogar, lo que lleva a que el niño se convierta en el principal sostén emocional de sus padres. Esto es particularmente común cuando un progenitor lucha con el abuso de sustancias y atraviesa ciclos de recuperación y recaídas. El niño puede sentirse obligado a cuidar de su padre o madre en momentos de crisis, lo que lo somete a altos niveles de estrés y ansiedad, y lo priva de su propia infancia.

Los problemas financieros también son una causa común de parentificación, especialmente en hogares donde la falta de recursos económicos genera tensiones. En estos casos, el niño puede asumir un rol más activo en la gestión de las finanzas del hogar, ya sea trabajando desde una edad temprana para contribuir económicamente o asumiendo responsabilidades relacionadas con el manejo de las cuentas. Aunque esto puede parecer una forma de «enseñar responsabilidad», la presión de mantener a la familia económicamente puede generar en el niño una sensación de angustia y carga emocional.

Tanto las adicciones como los problemas financieros generan inestabilidad y estrés en el hogar, lo que crea el ambiente perfecto para que los niños se vean obligados a asumir roles que no les corresponden. En lugar de disfrutar de su infancia, se ven atrapados en la dinámica de resolver problemas que deberían ser responsabilidad de los adultos, lo que puede tener efectos duraderos en su desarrollo emocional y psicológico.

¿Cómo Abordar y Superar las Secuelas de Haber Crecido Parentificado?

Superar las secuelas de haber crecido en un ambiente de parentificación es un proceso complejo, pero absolutamente posible. El primer paso es reconocer que la parentificación ocurrió y que no fue responsabilidad del niño asumir esas tareas o roles. A menudo, los adultos que fueron niños parentificados cargan con sentimientos de culpa o de insuficiencia, creyendo que de alguna manera fallaron a sus padres. Es crucial entender que, como niño, no era tu deber cuidar de los adultos en tu vida.

La terapia es una herramienta fundamental para sanar las heridas de la parentificación. Un coach especializado en traumas de la infancia puede ayudarte a identificar los patrones de comportamiento que se formaron como resultado de la parentificación y a desarrollar estrategias para romper esos ciclos. Esto puede incluir aprender a establecer límites saludables, identificar y expresar tus propias emociones, y dejar de sentirte responsable del bienestar de los demás.

Es igualmente importante trabajar en la reconstrucción de la autoestima y el autoconcepto. Los adultos que fueron niños parentificados a menudo tienen una autoestima frágil, ya que aprendieron a valorarse únicamente a través de su capacidad para cuidar de los demás. El proceso de sanación implica aprender a valorarte por quien eres, no por lo que haces por los demás. Reconocer y aceptar que tienes derecho a recibir cuidado y apoyo es un paso esencial en este camino.

Finalmente, es clave rodearte de una red de apoyo sólida. Esto puede incluir amigos, familiares o grupos de apoyo que comprendan tu experiencia y te brinden un espacio seguro para compartir tus sentimientos sin sentirte juzgado. La sanación no ocurre en aislamiento, y contar con el apoyo de personas que te validen y te animen a priorizar tus propias necesidades es fundamental para romper con los patrones de la parentificación.

Superar las secuelas de la parentificación es un viaje que requiere tiempo, paciencia y, a menudo, la ayuda de profesionales. Sin embargo, con el apoyo adecuado, es posible sanar y construir una vida donde las relaciones estén basadas en el respeto mutuo y el cuidado equilibrado, en lugar de la carga emocional que caracteriza a la parentificación.

Déjame ayudarte a superar las heridas de la parentificación. 

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